jueves, 15 de julio de 2010

Pure Morning, cleaning morning

Simplemente es así, un día tras otro, una rutina que continúa en su bucle temporal sin permitir ni un ápice de descanso. Es el eterno día de la marmota.

Me levanto tarde, me acuesto más tarde todavía y entre media nada, de casa a la oficina de la oficina a casa, de ordenador a las habitaciones vacías, hechas, terminadas.....nunca ha ocupando un espacio de ocio y diversión restringido a los huéspedes.

Ingratos, soñadores, observadores de unos ojos con hambre pero empachados de sentimientos no encontrados o vistos en ojos que no se desean ni se requieren. Como él, ese hombre mayor que un día pidió un deseo y salió con una amistad. O el indio que se decía conocer que decían sus ojos, lo que todos sabían....nada.

Todos ellos desconocían que por las noches, ella descorchaba las camas, y como el buen champán se acurrucaba entre sus sábanas, disfrutaba de sus sueños, pesadillas, sus miedos. Se abrazaba con ellos....los sueños. A ellas, entre sueños, las metía en la bañera con productos suficientes para descomponer, momentaneamente, sus cuerpos. Todo sin dolor, olor o miedo. Al día siguiente se levantarían con el a frutado olor de desinfectante. Sin saber que durante unas horas no fueron, nada, sólo el deseo desaparecido por el sueño de una recepcionista.

Pero ellos, sabían lo que pasaba, puede que creyeran su suerte, su maldita suerte de soñador. Mientras la desnudaban, dormidos, terminaban su más oscuras pesadillas, pues todos soñamos pero nos reprimimos el 99% de las veces. Algunas veces, las pocas, lo intentaba con ellas, pero el principal gen femenino es la desconfianza que no lleva a ningún puerto nada.
Y en la mañana, lo de siempre dormir, trabajar, limpiar y volver a la nocturnidad y alevosía.

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